Arranca explicando qué significa el término “violencia simbólica”.
La violencia simbólica se ejerce a través de imposiciones culturales de normas y comportamientos en relación al género. Se enseñan a las mujeres que “algo” nos puede pasar si andamos solas de noche, nos vestimos de cierta manera o si hacemos algo sin precaución. El miedo se convierte en un estado mental normalizado y aceptado.
Esto implica que a nosotras, en tanto mujeres, nos responsabilizan por cualquier violencia que enfrentamos. Se engendra un estado de miedo y hasta terror que dibuja un “mapa mental de espacios prohibidas” para nosotras y suscita respuestas condicionadas como:
Además, no sólo nos hacen responsables por la violencia que vivimos sino que no nos brindan estrategias y recursos para abordarla (aparte de las respuestas condicionadas de arriba), ni a disfrutar y ocupar los espacios, ni a ser libres en cómo nos movemos y hablamos en nuestros cuerpos y en nuestras sexualidades.
La violencia simbólica crea espacios y situaciones prohibidas para las mujeres y nos niega nuestro derecho fundamental a la seguridad y a la libertad de movimiento. La impunidad de los agresores es un agravante a toda esta situación. A menudo, dichos agresores no son cuestionados sino patologizados como “locos” o inheremente incapaces de tomar control o responsabilidad sobre sus acciones.
Llegando a este momento de la sesión, quizás quieras discutir algunos imaginarios de la violencia que se ejerce contra las mujeres (violencia simbólica u otros tipos), normalizada por los medios de comunicación, especialmente en espacios online.
Entrega a cada participante post-its e indícales que anoten ejemplos de actividades que han dejado de hacer y comportamientos que han cambiado fruto de la violencia simbólica que han experimentado como mujeres ocupando espacios offline y online. Reúne de vuelta los post-its y lee algunos de los ejemplos en voz alta. Discútelas todas juntas, reflexionando sobre las posibles motivaciones detrás de estos cambios.
Explica que hay tres principales factores que construyen y habilitan el miedo y el terror en respuesta a la violencia simbólica:
La apropiación del cuerpo femenino: el cuerpo femenino es visto como un objeto en un entorno masculino; ésto genera una ausencia de seguridad y confianza de la mujer hacia su cuerpo y sus capacidades.
Culpa y vergüenza: consideradas como elementos permanentes e inamovibles que facilitan la percepción de que violencia de género perpetrada es merecida y, de cierta manera, aceptable.
“Felicidad aprendida”: estado psicológico que se genera con frecuencia cuando los eventos son percibidos como incontrolables, como si no se pudiera hacer nada para cambiar las consecuencias. El estado mental se adapta a través de la aceptación y normalización: sacrificamos nuestra agencia de tomar el control de vuelta.
Pregunta a las participantes qué estrategias creen que podrían transformar estos factores y abordar la violencia simbólica. Las pueden anotar en sus post-its. Compartimos algunas posibles estrategias:
Recuperar el control sobre la narrativa de nuestro cuerpo a través de resignificarla como territorio de placer y resistencia.
Reconocer y aceptar los daños que han sido ejercidos contra nuestro cuerpo (física y mentalmente), no como víctima sino como sobreviviente resiliente.
Construir y sostener redes de apoyo para nosotras, tanto online como offline. Nunca estamos solas en la lucha.